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Alberto Baraya, Bogotá, Colombia, 1968.
Alberto Baraya, artista bogotano graduado en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia y con estudios en la Universidad Autónoma (Master en Estética y Teoría del Arte) y Universidad Complutense de Madrid (especialista Multimedia) . Desde 1992 ha trabajado varias obras alrededor del campo de la fotografía y la pintura: Nuevos Nombres, 1992. En Recorridos, (Circuitos x – Muestra de Arte Joven, Injuve 2008) serie de fotomontajes “in situ” se registran acciones determinadas alrededor de las visitas al Museo del Prado, donde los turistas del museo se funden fotográficamente con las pinturas que los rodean. El proyecto Mitificación artificial de una pintura (1997- 2000 ) (Mira que te has de morir,Mira qve no sabes Qvando, Caja San Fernando Sevilla 2000) una serie fotográfica que ofrece una parodia sobre la legitimación del artista en la sociedad, y una proyección de la violencia de la moralidad sobre el propio cuerpo. Consiste en una serie de intervenciones en lugares turísticos donde el artista se fotografía con una pintura, (autorretrato de la cabeza cortada), en innumerables museos, monumentos y edificios al rededor del mundo. Las obras realizadas a partir de este proyecto retoman cuestionamientos alrededor del viaje, la migración, los museos y el exotismo como discursos de reivindicación cultural y personal, temas todos que confluyen de manera particular en el mundo del Turismo como peregrinación contemporánea. El proyecto La Venus de Milo, (Paris,1998), consistente en una elaboración estadística y una intervención frente a la insigne estatua griega, mientras cientos de turistas fotografían la monumental obra y su pintura de la cabeza cortada.
En el video 1204 tr/h, (“Otros Incluidos”- Casa de America, 2002 “Traces of Friday”, Institute of Contemporary Art, Philadelphia, Sept 2003) obra realizada con el artista mexicano Jonathan Hernández registra los actos de los cientos de turistas por hora que se fotografían frente a la estatua de Velásquez del Museo del Prado.
Otras obras plásticas funcionan como intervención en diferentes espacios cotidianos: Impresiones de hojas de libros falsas (paginas arrancadas) con títulos como Le Colombien Pag. 99 y 100, (Espai Obert-13 , Fundacio Joan Miro, Barcelona, 1999), Viaje a Papignea Pag. 7 y 8, La isla de los Faisanes Pag. 11, (Sevilla, 2000), o Expedition Europeen (Palais de Tokyo, París, 2001), o la elaboración de mapas turísticos como La Habana, (2003), o Amsterdamap, (2005), son proyectos que señalan los mecanismos de legitimación impresa como métodos artísticos, y la reflexión en torno a la noción de “exotismo” como clave de lectura de las relaciones post-coloniales actuales.
El más reciente proyecto, el herbario de plantas artificiales, 2002-2010, es una propuesta cuestionadora del paradigma científico, las sociedades poscoloniales, y a su vez una reflexión sobre los actos estéticos cotidianos. Consistente en una gran colección de ejemplares de plantas falsas, de las hechas en plástico y tela, recogidas y fotografiadas en todos los lugares donde la gente las utiliza. Una serie de fotografías a la manera de “laminas de la expediciones botánicas del XVIII”, pero con plantas falsas, son el resultado de este proyecto.
En 2004 realiza la Expedición Putumayo, una búsqueda de plantas artificiales en la cuenca amazónica, donde puede dar testimonio de la efectiva estrategia china de distribuciones decorativas alrededor del mundo. En Río (2005, video color sonido 2 min) una video documentación sobre la contemplación del paisaje y las señales de la violenta conquista de los territorios. En Proyecto árbol de Caucho (2006) propone para la 26 Bienal de Sao Paulo, al creación de un taxon gigante para su Herbario. La huella de El árbol de caucho hecho en caucho , se presenta como el trágico vestigio de la violenta explotación selvática de los periodos postcoloniales. En Expedición Venecia (2009) presenta en el pabellón Latinoamericano de la Bienal de Venecia, el resultado de la aproximación etnográfica-antropológica desde America a una ciudad europea, recolectando para el herbario especimenes de botánica de cristal de Murano. En Expedición Nueva Zelandia (2009) y la más reciente Expedición Nova Brasiliensis (2010) realiza recorridos en diferentes paisajes con la introducción de especies simbólicas artificiales, reflejo de esa otra intervención del viajero explorador - colonizador.
El herbario de plantas artificiales
El Herbario de Plantas Artificiales es una re-elaboración de las expediciones científicas del siglo XVIII, que en lugar de estudiar la naturaleza botánica, estudia sus reproducciones, es decir, las plantas artificiales. El proyecto tiene una colección de plantas falsas, de las hechas en plástico, tela, papel, alambre ó cristal, recogidas a lo largo de los años en diversos lugares del mundo. Los ejemplares recolectados imitan las flores , las hojas y los frutos de plantas naturales.
Este proyecto toma como modelo visual las laminas de la Real Expedición Botánica en la Nueva Granada (1783 – 1816), dirigida y promovida por el gaditano José Celestino Mutis. Estas imágenes comenzaron a publicarse 100 años después de concluida la Expedición, bajo un acuerdo de cooperación entre España y Colombia. Estas son distribuidas a partir de los años 60´s primero como un lujo editorial , y luego, como un símbolo de orgullo patrio de corte nacionalista. Poco a poco, estas litografías fueron llenando las paredes de comedores, salones y baños, salas de espera, consultorios médicos y oficinas ministeriales y casas particulares a lado y lado del Atlántico.
El Herbario de Plantas Artificiales ha realizado alrededor de 300 taxonomizaciones formales de especímenes falsos, en diferentes expediciones urbanas y rurales, bajo las metodologías científicas de la observación y la clasificación. La recolección de estos ejemplares se realiza mediante toma de muestras "In Situ", donaciones y compras de material “made in china”. Los ejemplares se encuentran etiquetados con los datos de lugar, fecha y recolector. Las piezas son dispuestas para análisis y diseccionadas en forma de lámina botánica tradicional, así como también anotadas con otros datos pertinentes, escritos y dibujados. Posteriormente son convertidas en Láminas fotográficas.
El proyecto cuenta también con el Archivo “InSitu” que consiste en una amplia serie de fotografías documentales de las plantas falsas en su medio ambiente, espacios de convivencia tales como cafeterías, restaurantes, salones, habitaciones, pasillos, escaleras, restaurantes, aeropuertos, gasolineras, centros comerciales, tiendas, terrazas, hoteles entre otros.
La estructura de trabajo de esta expedición artificial cuestiona las certezas científicas de clasificación. Este Herbario recolecta información para constituir un modelo de conocimiento diferente. En su intento taxonomizador recoge a su vez las diferentes proposiciones decorativas cotidianas que en el Archivo “InSitu” constituyen taxonomías estéticas: Complementos de moda, Centros de Mesa, Una y dos sillas, artistas que usan Flores, tatuajes botánicos, entradas flanqueadas…
Algunas Expediciones, en espaivisor - Galería Visor de Valencia, se presenta una selección de Láminas fotográficas pseudo-botánicas del Herbario de Plantas Artificiales, realizadas desde el año 2002 hasta hoy, presentadas en diferentes grupos:
Un grupo de láminas con taxones recolectados en diferentes recorridos urbanos por ciudades como Madrid, Bogotá, Fez ó Paris reunidas bajo el nombre de Expediciones Generales.
Un grupo de láminas que resultan de expediciones particulares como la Expedición Putumayo (2004) donde se realizaron recorridos por ríos amazónicos en la búsqueda de ejemplares chinos y vestigios nacionalistas. Y la Expedición Venecia (2009), proceso de observación etnográfica de una ciudad europea para la recolección de flora de cristal de Murano.
Otro grupo de láminas refleja la acción del viajero - explorador que, más allá de la recolección de ejemplares vírgenes, introduce nuevas especies y costumbres en los diferentes paisajes que recorre. La Expedición Nueva Zelandia (2009), guía ejemplar para la introducción de helechos plásticos en los paisajes naturales del Pacífico Sur, y la Expedición Nova Brasiliensis (2010), serie de intervenciones visuales en el paisaje tropical brasilero con Orquideas Asiaticas plasticas, con recorridos por los jardines del paisajista Burle Marx, y por los modelos artificiales modernistas del arquitecto Oscar Niemeyer.
Estas diferentes obras son resultado de la puesta en practica De la Expedición como una de las Bellas Artes, hipótesis bajo la cual nos apropiamos de un modelo de Empresa Institucional Científica Colonizadora como modelo para el ejercicio irónico de la practica artística.
ALBERTO BARAYA
HERBARIUM OF ARTIFICIAL PLANTS 2002-2009
Artificial plants made of plastic and wire (the “made in China” ones) are collected as herbarium exemplars. A re- elaboration of XVIII century scientific travels such as The Spanish Royal Botanical Expedition in Nueva Granada managed by José Celestino Mutis, the herbarium is an ironical comment on the scientific paradigm as well as a reflection on our everyday cultural aesthetic behaviors.
Photographic images and hundred of plastic plants samples, documents about different collections, mail, literary references, craft instruments and botanical instruments make up this herbarium "herbario de plantas artificiales".
Artificial plants herbaria project
I began these special collection 7 years ago, taking some pieces of plants in cafeterias, airports, saloons, private homes, hotels, commerce and department stores.
Also some people have send me a lot of those plastic and cloth plants from different places including their aunt's home or their mother's country side home...
The collection has in these moment more than 500 different exemplars of plastic plants. I classified the plants, putting them into envelops and after that I prepare them to make a photograph of them with the classical herbarium techniques. The collection has also more than 300 photograph (the ¨ in situ Archive ¨) of the places they use to be. For example: artificial geraniums in Cafeterias, plastic orchids in private homes, or some bamboo leaves from an airport, a lounges or entrances and receptions halls.
The photographic images seem to be as the ones of the XVIII century European Botanical Expeditions, and are based on the classifications systems they used. The actual project wants to make a reflection around the replacement of nature, the substitutions on human environment, the idea of the exploration of colonial territories from imperial projects.
Alberto Baraya
Frieze 108
Many historians contend that the ‘discovery’ of the New World began in the 18th century, when geographers, mineralogists, botanists and zoologists came to America to chart the territory and its natural resources. These scientists, financed by the Spanish crown until the 19th century and by European countries after the emancipation of the colonies, had clear political and economic agendas – charting a territory means having the will to dominate it. More importantly, acquiring an inventory of the botanical resources of the colonies paved the way for their subsequent capitalist exploitation. Like their sword- or cross-bearing predecessors, these explorers came armed with Truth itself, in this case a system of thought seemingly grounded in objective observation and the disinterested discourse of science.
Arguably, the categorization of the botanical wealth of the Americas was among the biggest instances of biological theft ever. As scientists, the Europeans imparted to the locals their empirical ‘knowledge’ about the superiority of some portions of the human race and the measurable limitations inherent in living in certain places. Geographical determinism made the case for the impossibility of people in certain climates to develop ‘sophisticated’ civilizations.
The observations of the viajeros (travellers), as they are collectively known, helped buttress a social and political system based on exclusion, racism and privilege – establishing a pyramidal system of values, with the tip occupied by Europeans, their religion and cultural values.
For more than a decade the Colombian artist Alberto Baraya has been working on deconstructing the figure of the viajero – and by extension, the discourse of science. In his ‘Herbario de plantas artificiales’ (Herbarium of Artificial Plants, 2001–ongoing) he parodies and questions the empirical objectivity of a botanical naturalist. The ‘Herbarium’ is as enormous and absurd an enterprise as that of the naturalist Carl Linnaeus: Baraya aims to collect, identify and
classify every artificial plant he can get his hands on. Many of these plastic, cloth or paper specimens have been stolen from restaurants, lifted from waiting-rooms or pocketed at someone’s house, thus re-enacting the ethical quandary embodied in the act of ‘collecting’ committed by the historical scientific expeditions. As Baraya has stated: ‘By picking up some plastic flowers on the street, I behave like the scientists that Western education expects us to become. By changing the goals of this simple task I resist this “destiny”. In that moment all assumptions are put into question, even History.’1 The first leg of this ongoing project involved the classification of all the specimens in a sort of absurd taxonomy in the spirit of Jorge Luis Borges’ ‘Chinese encyclopaedia’. The plants in Baraya’s ‘Herbarium’ are accompanied by a file that lists the ways in which they can be classified: by the place where they were found (eatery toilets, funeral homes etc.); by their colour; by the spaces they are used to decorate.
In recent years Baraya has gone a step further by entering the territories explored by European and American scientists in the 18th and 19th centuries. He follows the path of these expeditions, collecting artificial specimens on the way: ‘In 2004 I participated as a documentarian in a trip to the Putumayo River. […] The anticipation of finding or not finding plastic flowers in the Amazon generated a certain fear, because it implied an ecological question regarding the
fate of the last frontiers of resistance to “civilization” and “progress”. Actually finding them ended up being a sort of confirmation of what I would term “the laws of decoration”: even the most “natural” places need to be ornamented by any means. Also, that globalization penetrates even the farthest corners of the world, the evidence of a break of cultural frontiers.’2
For the São Paulo Biennial in 2006, Baraya spent three months in the Amazonian state of Acre, whose post-colonial history was shaped by the rubber boom in the early 19th century. Baraya reversed the process of material exploitation and, with the help of former seringueiros (rubber tappers), painstakingly covered the whole surface of a 30-metre-tall rubber tree with latex taken from similar trees. Once the latex solidified, it was peeled off and laid on the ground, like
the discarded skin of a giant snake, a life-size cast of a lost cultural practice that fostered the decimation of the indigenous population, the virtual slavery of migrants from the drought-stricken north and the political transformation of an enormous territory.
Recently Baraya’s project has turned to his observation that flower and plant specimens are a preferred motif for tattoo artists and their clientele, and he has documented this tradition in photographs. For the current visual arts festival, Encuentro Internacional de Medellín 2007 in Colombia, he chose to work with the archives of the Museo de Antioquia, where he came across the drawings of Ruperto Ferreira, a forgotten local botanist. Baraya put together a booklet of Ferreira’s drawings and distributed them to tattoo parlours across the city, which in turn offered the historical designs to their clients. By once again dispersing knowledge throughout the social fabric Baraya continues his quest to problematize the certainties of scientific thought.
Interview with the author in Como Viver Junto, Fundaçao Bienal, São Paulo, 2006, p. 24 1
Ibid 2
José Roca